Haga Pipí antes de Salir... (no sea weon)

Amanecer nublado del domingo 26. Amanecer es un decir, pues ya el reloj marcaba las 10:30 y la caña marcaba “full”. Hoy es el gran día, tras mucho tiempo de espera vamos a ver el concierto que ofrecen los irlandeses Bono, The Edge, Clayton y Mullen Jr. Somos 5, con distinto nivel de fanatismo por el grupo y afinidad entre nosotros, se podría decir transversal.
Partimos con un par de Escudos en la carretera para aplacar lo que se llama caña. El último disco de U2 nos acompañaba en el principio de lo que sería una tarde-noche inolvidable.
Lo primero fue buscar estacionamiento en un lugar seguro pues nunca se sabe. Nos equivocamos dejando la camioneta justo al otro extremo de donde teníamos nuestro acceso a la humilde pero siempre incomoda “galucha”. En la caminata hacia Av. Grecia se comienzan a producir los primeros inconvenientes: Cañita y Carloco tienen lo que se podría llamar un ataque cardiaco a la arteria caquera principal, mientras que el humilde protagonista de esta crónica estaba que se meaba.
Quiero detenerme en este punto y hacer una reflexión. ¿Qué hace que nuestro cuerpo quiera expulsar justo en momentos tan delicados y con tanta aglomeración que se hace tan difícil encontrar un arbusto amigo o un poste discreto? ¿Será castigo divino por mentir cuando nuestros padres nos preguntaban ¿HIZO PIPÍ? antes de viajar y decir que SÍ habíamos ido al baño, cuando en realidad no lo habíamos hecho? No creo que sea por la cerveza, eso no.
Por fin, después de interminables cuadras llegamos a la fila que se extendía a lo largo de Campos de Deportes por unas 4 o 5 cuadras. Ya instalados, los más afectados (carloco y cañita) se abocaron al logro de 2 objetivos a saber, el primero era evacuar y el segundo, por supuesto era motivarse con alcohol.
Después de intentos infructuosos por el primero, logramos satisfacer el segundo en un almacén con unas latas de medio que hubo que bajar casi al seco por el gran contingente policíaco que vigilaban las inmediaciones, pero bueno. Además de quitar la sed, la “pilsener” me dio más ganas de mear. Ya transpiraba y en este punto ya la cosa era dramática, lo único que quería era M E A R.
A eso de las 3 de la tarde la fila se disperso y transformó en estampida, en la que por supuesto me uní y traté de correr lo más rápido posible, no para llegar primero, sino que para no llegar último. En fin, logré mantenerme unido a mi grupo a duras penas, y ahí quedamos, en medio de Av. Grecia sin fila, en choclón, cansado, sudado, que ya me meaba y aún no abrían! Luego de meditar varios minutos pensando que mi decisión me podía alejar de mis compañeros decidí salirme de la aglomeración para mear. Suerte que alrededor del pilucho habían habilitado varios baños químicos. En fin, me salí y al igual que en las películas cuando se camina hacia la libertad, caminé los 50 metros más difíciles de mi vida para llegar a vivir los 4 minutos más intensos de la jornada, creo que hasta lloré!!!
Lo cierto es que, con la tranquilidad de haber desechado todo lo malo, traté de ubicar a mis amigos en una búsqueda infructuosa. Lo que antes era choclón ahora eran perfectas filas en donde nadie me daría un espacio. Ahí estaba, solo, medio perdido, pero había meado y eso era lo importante, después de resignarme logré colarme olímpicamente y entré al concierto totalmente solo. Elegí la puerta 26 y subí, la cosa es que al mismo instante de asomarme a la galería un grito de ¡C O N C H E T U M A D R E! a lo lejos, me llevó de vuelta a mi grupo cual oveja descarriada vuelve al rebaño ya redimido… o mejor dicho: redimeado.

Lo demás es historia y todos los anális de lo bueno y monumental que fue el show lo pueden leer en otro lado.